¿Toda empresa tiene procesos?
Nuestra postura es que toda empresa se beneficiaría de tenerlos, pero no toda empresa cuenta con procesos realmente. Lo que toda empresa tiene por supuesto son “formas en que se hacen las cosas” o formas en que se desearía que se hagan las cosas. Pero sin establecerse con claridad, y plasmarse en algún documento (aún con errores de formato), podremos hablar de organizaciones más o menos prolijas en su ejecución, pero no de procesos como tal.
¿Qué es un proceso?
Habiendo muchas definiciones diferentes, podemos decir que un proceso es una representación formal y simplificada de una serie de actividades que deben ejecutarse en orden, y con ciertas cualidades para completar un trabajo. Al mismo tiempo, esta representación define varios elementos clave, que contribuyen al logro de un determinado nivel de calidad y/o consistencia en los resultados logrados:
-¿Cuánto tiempo tardamos en dar una primera respuesta a una consulta de un prospecto?
-¿Cuántas veces un proceso de facturación se detiene por falta de datos de un proceso anterior?
-¿Cuánto dinero en errores y/o devoluciones en el proceso de Operación promedio existe mensualmente?
Como podemos notar la respuesta a cada una de estas preguntas tiene un poder predictivo sobre lo bien o mal que se está ejecutando una serie de tareas.
Beneficios de trabajar bajo procesos estructurados
Sin buscar desarrollar aquí una lista completa y exhaustiva de los mismos, podemos decir que las principales ganancias para cualquier empresa que esté comenzando a trabajar por procesos son:
Y uno de los beneficios principales: permiten delegar el trabajo eficazmente
Uno de los problemas más comunes en las pequeñas y medianas empresas es que sus dueños están involucrados en más tareas operativas de las que deberían, lo cual obviamente genera consecuencias a nivel empresarial. Pero estas consecuencias no son una novedad, entonces ¿Por qué no delegar?
La respuesta más común que solemos oír es: “si no lo hago yo mismo, no se hace” o bien “nadie lo hace como yo”.
En general, las empresas que están ante escenarios como estos no han invertido tiempo en formalizar sus procesos correctamente, y como consecuencia de ello han intentado delegar “ese trabajo” a algún colaborador, pero sin darle las herramientas necesarias, ni establecer con claridad qué se esperaba de él. Obviamente esto conduce a resultados de bajo desempeño, errores y demoras que funcionan a modo de profecía autocumplida: “intenté delegar los pagos a otra persona, pero no lo hizo como yo lo haría”.
En conclusión
Cuando una empresa logra establecer sus procesos principales de negocio, y sus colaboradores trabajan siguiendolos se reducen los errores operativos, la empresa gana agilidad y la experiencia de los clientes internos como externos mejora. Al mismo tiempo, las tareas se vuelven enseñables y delegables, lo que expande los límites de la empresa enormemente: siempre que existan clientes suficientes, el crecimiento puede soportarse con éxito.